Infancia común.
Por Luis Enrique Cruz Villada
Quizá mi hermanita y yo no tuvimos la mejor infancia,
una infancia “común”, ciertamente vivimos entre peleas de nuestros padres, una separación
cuando apenas teníamos 8 y 5 años respectivamente, y de pronto, quedarnos
solos, dos niños viviendo en un estado del país a 70 kilómetros de su mamá, que
por cuestiones de trabajo tuvo que quedarse… sin explicaciones, sin palabras,
solo así.
Quizá, efectivamente, no tuvimos una infancia común,
no comer tanta comida chatarra, siempre esforzándonos por ser los mejores, por
no decepcionar a mamá.
Quizá incluso ni la adolescencia común, no salir tanto
a fiesta, no beber alcohol, en fin, demasiadas cosas que no puedo recordar en
este momento.
Pero, justo ayer, 29 de abril, tras un reencuentro y
un nuevo comenzar de vida, con mi padre más cerca, con mi madre más
comprensiva, mi padre, aún me ve como niño pequeño, me dijo –mañana es día del
niño, y no les traje dulces a mis hijos-, en ese momento no lo entendí tanto,
durante el transcurso de la noche, lo medite, lo analice y descubrí como unas
cuantas palabras pueden mostrarte el amor de tus padres hacia ti.
Mi padre está enfermo, tiene esquizofrenia y a pesar
de eso, se levanta cada mañana y va a trabajar, mi madre empezó a trabajar
desde los 18 años, y no ha parado un solo día de su vida, tras 12 años
separados, hoy conviven, platican y se llevan extraordinariamente bien, creo
que es por nosotros.
Ahora, si les dijera cual es mi principal motor cada
día, sin duda les diría que es mi hermanita, tiene 16 años y aun así la veo
como mi niñita, con la que cada que voy por ella, ya sea a recogerla del camión
o a su escuela, me abraza y siento que no hay nada más valioso en el mundo, que
la quiero a morir, que incluso si no estuviera físicamente con ella, siempre la
estaría cuidando.
Si, quizá no tuve la misma infancia que el resto de
ustedes, y no minimizo sus penas, pero a pesar de que fue difícil, hoy soy más
feliz que nunca, porque todo lo que necesito para seguir adelante, lo tengo
aquí, junto a mí, demostrándome que la vida siempre es bella.
Tengo a mi madre que me aconseja y me regaña y me corrige,
tengo a mi padre que me escucha, se ríe, y habla conmigo, tengo una hermanita
loca y tierna, y sé que me aman y a los que, aunque ellos digan lo contrario,
amo más que ellos a mí.