miércoles, 8 de mayo de 2013

CARTA DE UN NÁUFRAGO AL MAR








Carta de un náufrago al mar

Por 
Luis Enrique Cruz Villada

Día 120

Aún sigo sin ella, hay noches que el dolor es demasiado, mi corazón quema como si un hierro al rojo entrará en contacto con él.

Hay noches que las vivo en insomnio, hay otras en las que logró conciliar el sueño, pero las pesadillas me invaden, pesadillas donde la veo marcharse de nuevo, y de pronto, despertar sudando frío.

Esa tormentosa sensación de querer regresar el tiempo, de querer abrazarla de nuevo, de besarla, de sentir como su cabeza encuentra lugar en mi pecho nuevamente, ¡para poder decirle cuanto la quiero!

El cielo se cubre de nubarrones, como extraño su beso bajo la lluvia, tomarla nuevamente de la mano y caminar juntos en el parque.

Las tardes con aroma a café, sabor a tequila, el sentir de su piel con la mía y su esencia de mujer, la nostalgia de sentirla mía, de saberme suyo hasta la locura.

Y es que por momentos, no me siento tan fuerte como solía sentirme, como si ella, con su partida, de un zarpazo me hubiese arrancado hasta las ganas de vivir.

¿Pensará aún en mí?, lo dudo, no creo que sepa lo que es ese dolor que se siente cuando pierdes a alguien a quien amas, no creo que haya pasado tardes recostada en el piso, mirando al techo, perdiéndose en el tiempo, en los recuerdos, despertar dándose cuenta que la noche ha invadido tu alrededor.

¿Conocerá el insomnio, el dolor, las tardes llenas de lágrimas, las madrugadas llenas de canciones y tequila, de gritos, de pesadillas…?

Solo te pido una cosa, déjame saborearla una vez más, sus besos, sus caricias, y si lo consideras necesario, llévate después si recuerdo, todo lo que ella era aquí, llévatelo  lejos, no quisiera saber más de ella